Enrique y Cristina en el Diario de Teruel



'A finales del pasado mes de julio, la pareja de montañeros turolenses formada por Enrique Igual y Cristina Argente, socios del Grupo Alpino Javalambre de la capital, consiguieron coronar la cumbre del Cervino-Matterhorn por la ruta de la arista Hörnli, un brillante remate a su expedición a los Alpes, en la que han ascendido también a la cima del Mont-Blanc por la ruta de los cuatromiles y recorrido la arista de Los Cósmicos a la Aiguille du Midi.

La arista de los Cósmicos, primera de sus actividades con vistas a una adecuada aclimatación física y psicológica a la altitud, es una cresta clásica catalogada como 'bastante difícil superior' (AD+), que se eleva 200 m. desde el refugio del mismo nombre hasta la Aiguille du Midi (3842 m). Salva pasos mixtos de escalada en roca y hielo de grado medio (III a IV+), corredores de nieve de hasta 45º de inclinación y un par de rápeles de 20 m. El recorrido flanquea varias torres graníticas rodeadas por vistas y patios increíbles sobre la población de Chamonix, 2.700 metros más abajo, por lo general bajo la atenta mirada de grupos de turistas que alcanzan la Aiguille por medio del teleférico que parte del centro de la localidad.

Su siguiente objetivo, la  ruta de los cuatromiles al Mont-Blanc (4808 m) tiene un trazado largo y exigente, más comprometido y algo más difícil que el de la ruta normal. Parte del mencionado refugio y antiguo observatorio de los Cósmicos, a 3613 m. de altitud y 35 minutos a pie desde el teleférico de la Aiguille. Hay que salir muy de madrugada (1 a.m.), para ascender por terreno glaciar con pendientes de hasta 50º al hombro del Mont Blanc du Tacul, y más adelante a la brecha del Mont Maudit, sin necesidad de pisar ambas cimas que preceden al Mont Blanc a lo largo de la divisoria franco-italiana. Tras descender al Coll de la Brenva (4303 m), se abordan con la luz del amanecer las rampas finales hasta el techo de los Alpes, para bajar en la misma jornada por la más concurrida ruta del refugio Goûter, completando así la llamada travesía del Mont-Blanc. 

Para intentar el Cervino, su objetivo final, debieron dejar el valle de Chamonix, atravesar la frontera francosuiza y adentrarse en el cantón de Valais hasta Zermatt. El monte Cervino o Matterhorn, segunda elevación de los Alpes (4676 m), es una montaña mítica por su inconfundible perfil piramidal sin vías sencillas y la trágica historia de su primera conquista. Cuenta con una merecida mala reputación por su terreno confuso de un kilómetro y medio de trepada continua, donde la pérdida de la vía correcta, los bruscos cambios de tiempo y la descomposición de la roca pueden aliarse para causar serios problemas, sobre todo en el descenso.

Por todo ello, muchos montañeros optan por contratar un guía profesional para que los conduzca, posibilidad que habían descartado los alpinistas turolenses. La capacidad técnica y de planificación de Enrique encuentra en sus continuas salidas al monte una firme respuesta en la decisión y fortaleza de su compañera, para formar un equipo compenetrado y entusiasta. Se ven pocas mujeres en las grandes cumbres alpinas, menos aún sin la compañía de un guía, y mucho menos en la del Cervino.

La vía más frecuentada, equipada con maromas y clavijas en los pasos difíciles, sigue la arista NE o arista Hörnli, a partir del refugio del mismo nombre en la base de la montaña, a  3260 m. Se llega hasta allí tras dos horas a pie desde el lago Schwarzsee, último lugar que alcanzan los remontes mecánicos de Zermatt. Tras una preparación concienzuda (que no les impidió sin embargo disfrutar de la Vaquilla en la peña El Despiste), el dúo del club Javalambre tenía decidido pernoctar más arriba, en la cabaña Solvay (4003 m), refugio de emergencia en plena arista. Situados en ella a mediodía, pudieron resguardarse de una tormenta de granizo anunciada para la tarde y descansar hasta la 4 de la madrugada. Al día siguiente, afrontaron con suficiente margen de tiempo la ascensión a la cima del Cervino y sobre todo un largo destrepe, que completaron sin contratiempos.


Ambos montañeros forman parte de una sección del grupo Javalambre surgida hace pocos años y dedicada a actividades con mayor exigencia física y técnica que el senderismo, sobre todo esquí de montaña, escalada en roca y alpinismo, en las que ha podido iniciarse bien asesorado un numeroso grupo de miembros. Excursiones recientes como estas, o la primaveral al Vignemale por el corredor Ledormeur, muestran el nivel y buena forma del grupo, que comparte sus actividades a través del blog elrefugioalpino.blogspot.com. Allí se encuentra un completo reportaje de los éxitos alpinos de Cristina y Enrique, que actualmente recorren la isla de Córcega antes de su regreso a Teruel.'

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